¿Tienes un juego en pruebas? Te contamos cómo evaluamos y mejoramos prototipos tras semanas de testeo real con jugadores de todo tipo.
Share
Hay un momento, cuando estás creando un juego, que da un poco de vértigo: ponerlo delante de gente y callarte.
Te sientas, observas, y respiras hondo mientras un grupo de personas —que no te deben nada— abre tu prototipo, baraja tus cartas, y se lanza a una historia que tú llevas meses desarrollando.
Y ahí empieza el verdadero trabajo.
Porque testear un juego no va solo de comprobar si funciona. Es mirar a la cara a tu propia idea y dejar que te diga la verdad.
1. Silencio incómodo, risa liberadora
Cuando una carta no se entiende, lo ves en las cejas.
Cuando algo emociona, se nota en la carcajada inesperada o en ese “espera espera… ¿qué acaba de pasar?”
2. La primera derrota: dejar ir tu idea inicial
A veces te aferras a una mecánica porque fue tu idea brillante.
Pero el testeo te enseña a soltarla.
A dejar de proteger “lo que tenías en mente” para abrazar “lo que realmente ocurre cuando se juega”.
Eso también es crear: dejar que el juego te hable y aceptar que tu historia funciona mejor cuando tú no la interrumpes.
3. Jugadores que enseñan más que los manuales
Cada grupo que prueba un prototipo es como una lupa.
Te muestran lo que no ves: dónde se atascan, qué reglas no importan, qué momento se convierte en leyenda.
4. Frustración creativa: esa que empuja a mejorar
No todo fluye. A veces te vas a casa con mil tachones en la libreta, preguntándote si sirve de algo seguir.
Pero al día siguiente estás redibujando una carta, cambiando una palabra, reordenando todo el mazo. Porque viste a alguien ilusionarse. Porque notaste que había algo ahí, esperando salir bien.
Y eso basta para volver a empezar.
5. El momento en que sabes que ya está
No hay fuegos artificiales.
Solo un grupo que termina de jugar y dice:
—“¿Jugamos otra vez?”
Y tú sonríes, por dentro, porque sabes que ha nacido.
Que eso que era un prototipo ya es un juego.
Y que lo van a recordar, no porque les enseñó algo, sino porque lo vivieron.